Ayer por la mañana, con el ánimo bien dispuesto, me senté a escribir pensando en hacer un post divertido, de esos que -aunque esté mal decirlo- me hacen gracia hasta a mí. Yo no sé quién maneja los hilos, más bien me inclino a pensar que no hay ser superior apretando teclas, manejando hilos, cambiando las agujas; pero el caso es que, de repente, sin darme yo cuenta, cambió el viento: y los aires nuevos me trajeron, a traición, el recuerdo de mi abuela.
Mi abuelita se esta muriendo y me ha venido a la mente su voz, su movimiento característico como un nervio que desde dentro le hacia ir tan rápido que parecía no haber piernas debajo de su falda negra, siempre negra.
Del sonido del aparato de su sonotone, pues es sorda desde siempre, que emitía un pitido cada vez que te acercabas a ella y la abrazabas. De su moño, el cual en parte se debe a mí pues aun lleva a modo de moño las dos trenzas que mi padre me cortó a traición cuando contaba yo con unos 11 años.
Cada una de sus arrugas que guardan un mal recuerdo y una angustia, de su arroz con apio, que me encantaba y ella lo sabia y me hacia una olla para mi sola, y aun pretendía que me lo comiera todo y sin rechistar.
El olor de su casa, el olor de su cama, y el olor a ropa limpia que siempre le acompañaba. La forma de entender la vida al revés, medio porque estaba sorda y oía lo que quería y medio porque si, porque en realidad su vida siempre ha estado a revés. El sonido de sus pasos al dejar el pan (y algún que otro pastelito para nosotras) en nuestra casa pues compartíamos casa y ella se encargaba de despertarnos a todos cada día. Sus consejos sobre la vida a su manera, y su forma de educarnos, inculcándonos que no hiciéramos caso a nuestros padres, y que nos fuéramos a su casa cuando nos echaran la bronca.
De repente su risa (no muy habitual) pues ha no ha tenido muchos motivos para reír en su vida, su ángel de la guarda le abandonó cuando era muy pequeña, y nunca le dieron un sustituto.
Y sobre todo sus lágrimas, ella aparece en todas la fotos que yo recuerdo llorando delante de la lápida de mi abuelo, con uno de sus hijas al lado vestida de novia, que irónico, no?
De repente todos los recuerdos llenaron mi cabeza y un enorme desasosiego me acompañó todo el día de ayer. A la tarde fui a despedirme de ella, en realidad ya no quedaba nada, solo una mirada perdida, y una piel muy suave como siempre ha tenido.
Y sus ultimas palabras con un esfuerzo sobrehumano en un flash de vida al darle un beso para despedirme de ella: ¿ya te vas? y en mi mente le conteste: no yaya, te vas tu.
Tampoco sé porqué escribo este comentario inútil pero os juro que llevo el día pensando que debía hacerlo. Ahora siento miedo, a lo mejor el miedo no debe mentarse. Es un fantasma que te atrapa y te desafía cada vez que lo mencionas. No lo se pero nunca se esta preparada para esto.
martes, febrero 06, 2007
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3 comentarios:
Con pocas palabras te contare que el recuerdo de mi ”yayu” Bernat fue el que yo quise escoger el día de su muerte, pues como tu sabes no quise verlo nunca muerto, que a lo mejor te parece una tontería pero mi abuelo esta de viaje, pero no un viaje normal si no de los que ya no vuelves jamás. Pero sabes que recuerdo tengo cuando pienso en el “yayu” Bernat, los interminables veranos en la Popla de Montornes, los viajes con las golondrinas etc etc etc ..................
En definitiva la tristeza el tiempo te la quitara, pero el recuerdo será tuyo para siempre, solo tuyo, y nadie te lo podrá quitar.
Hola Eva, me has puesto la piel de gallina. Me has hecho recordar esos últimos momentos, que yo tambien, pasé con mi abuela... y para que nos vamos a engañar, que triste es la vida.
No quiero pensar en lo que puedo sentir cuando mi abuela me falte... ¿he dicho abuela? Debería decir madre.
Todos te dirán que es ley de vida y ese tipo de consuelos tipo stándard pero lo jodidamente cierto es que es un palo.
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