miércoles, octubre 24, 2007

PERO A VECES, LAS COSAS CAMBIAN

A veces me da la sensación que nací con un laberinto en las venas y es por ello que estoy destinada a sentirme siempre dentro y fuera a la vez de todo.
Mi padre puso sus venas a su forma, en color azul seguramente (siempre dice que lleva sangre de reyes, en la palma de la mano…filosofía rumbera del maestro Peret) y mi madre en color rosa ( no rojo no, ¡¡¡rosa!!) y seguramente que si miras con un microscopio los leucocitos se suben a los árboles, y se tiran por toboganes , y los glóbulos rojos llevan hasta flores de colores, ….seguro, vosotros no conocéis a mi madre…

Con esta mezcla explosiva, corriendo por dentro, os podéis imaginar, no hay más remedio que ser Agua y fuego, condenada a la distancia y a la excesiva cercanía, a que las paradojas de diario le ahoguen y le salven. A creer que sabe lo que quiere, a creer que no tiene ni idea, a saber que no tiene ni idea de que tiene mucha idea sobre lo que quiere. Una vuelve a preguntarse, una vez más, si debería a estas alturas tomar un atajo o si se puede permitirse continuar por la carretera de la costa, más serpenteante, más hermosa, más peligrosa y, definitivamente, más larga. Si estas últimas semanas han significado algo ha sido una apuesta por la carretera de la costa. Una intuye, en cualquier caso, que su sentido de orientación, de la dirección, no va a colaborar en exceso en la travesía.
Pero, a veces, las cosas cambian…¿no?

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