jueves, enero 10, 2008

CAJITA DE GALLETAS




De cómo me imaginaba como iba a ser mi vida, a como está resultando, tengo la sensación de cómo dijo Lenon, la vida es todas esas cosas que te pasan mientras tú te empeñas en hacer otros planes. No es que las cosas no hayan salido bien, la verdad es que no me puedo quejar pero la verdad es que nada es como yo lo había planeado. Ni mi ático en Barcelona viviendo con mis amigas, ni nuestro viaje a una isla desierta ¿lo recordáis chicas? Ni el hijo quillo que iba a tener con mi primer amor, ni mi vuelta al mundo, ni mi viaje a la India a reencontrarme con mis raíces. Nada de eso. Aun guardo a modo de punto de referencia el casco viejo de mi moto, el que se quedo sin visera prácticamente desde el primer día y las llaves de mi primera moto. Mi proyecto de convertirme en un vínculo entre la raza gitana y la raza paya que tanto placer y dolor me dio en su dia. Mi inscripción a la universidad en una carrera que seguramente me hubiera cambiado la vida. Mi libro “el guardián entre el centeno” deformado y amarillento de las veces que mis manos han pasado sus hojas. Mi ilusión de aprender a bailar flamenco, y mi inscripción en 5 de la EOI a ver si algún día puedo con ella.
Mi álbum de fotos de la comunión, y mis zapatitos de gitana agrietados por los años. El reloj de mi abuela, el cual me dio en vida, y me aconsejo que no se lo dijera a nadie.
Y tantas otras cosas que son mi punto de referencia para saber quién soy y a donde voy. Hay otros tantos tesoros en nuestra vida, verdad?? Echadle un vistazo a vuestro alrededor y deleitaros con todas esas cosas que significan algo para vosotros y que nadie mas sabe que significan.
Dejadlas guardadas en vuestro cajita de lata, y no le digáis a nadie donde guardáis la llave secreta.

TRISTE DESPEDIDA


No me des más la brasa con tu melancólica. No finjas que me quieres ni un día más: vete.
No quieras darle la vuelta, ni aparecer como víctima, porque víctimas somos dos. No quieras forzar las cosas para que sea yo la que rompa. ¿Qué más da? ¿En qué alivia eso el dolor?
Has dejado de quererme, ya no soy parte de ti, entonces, ¿para qué quedar bien? ¿En qué mejora las cosas el que puedas decirle a los demás que fui yo la que lo hizo mal ?
Hazte un favor: vete. Y ya no vuelvas.
En realidad, me has echado de ti hace ya años. Y si lo piensas, si lo pienso, si un pájaro observara desde lo alto la escena completa, te lo diría con toda claridad: nunca me aceptaste del todo en tu vida.
No es que fueras alguien de quien presumir demasiado, la verdad, pero, ya lo sabes, a mí eso me da igual, no tengo que rendir cuentas, y cuando lo hago, generalmente es para posicionarme contracorriente, un rasgo estúpido, vale, pero mío. Así que yo te enseñaba con orgullo, te llevaba de la mano, te presentaba en todas partes sin complejos porque, tonta de mí, creía en lo nuestro.
En el verano del 2005, la vida me dividio en dos, dos Evas Distintas. Entonces la vida te puso a un lado de mi camino y no lo dudé: me eché a un lado de la carretera, me detuve, llené el depósito y (me hice la ilusión de que) te seduje.
Me diste cien gramos de satisfacción y kilo y medio de calamidades, pero en mi balanza vital optimista e imperturbable, las satisfacciones, tan mínimas, se convirtieron en toneladas de felicidad, ahora lo veo, fingida, que aplastaban las calamidades.
Hace más de dos años que te estás yendo y sin embargo, cuentas que soy yo la que se va, la que rompió la baraja. A pesar de todo, te he dejado la puerta abierta, porque de vez en cuando llamas a mi puerta, pero a ver si dentro de un año, sigues viniendo por aquí.
Me despido de mi yo anterior: EVA antes del verano del 2005, casi me has quitado la vida. De hecho, me has quitado la forma de vida como yo la conocía.
Yo hice lo mío. Cumplí con mi parte. Te quise y trabajé duro. Y tú te limitaste a dejarte querer y a largarte.
Vete Eva, por favor.
Y no vuelvas más. Nunca más.